Después de quedarse afuera de la Copa Libertadores de manera escandalosa en manos de Fluminense, Argentinos tuvo una pronta recuperación por el torneo local ante Racing.
De tan versátil y modificador de esquemas, el Bicho puede perderse o tardar un tiempo más en hacerse cargo del papel que le toca para cada partido. Ante Racing sufrió justamente eso.
Volvió a la línea de cuatro, tuvo cuatro volantes y la dupla Niell-Salcedo de siempre. Prósperi y Escudero, que fueron carrileros casi siempre con línea de tres, tuvieron más funciones defensivas, ya que no tenían a nadie para cerrar a sus espaldas. Al jugar en una cancha chica, los laterales son volantes y le dieron más libertad al ocho y al once, es decir, a Ciro Rius y a Oberman, originariamente delanteros.
El medio se mantuvo en pie gracias a Mercier y a Laba, representantes del pasado (seguramente el Pichi se vaya en junio) y del futuro (Matías debutó en este semestre) pero con muy buenos presentes. Siempre prolijos y simples, saben que su función no es ponerse el equipo al hombro. Para eso están los demás.
Los centrales Sabia y Gentiletti no estuvieron del todo cómodos. Sufrieron los pases aéreos y parecían no encontrarle la mano a los movimientos tan lejos del área por parte de Teófilo Gutiérrez. Así llegó el gol, sumado a una imperdonable pifia de Sabia en la zona caliente. Luego con algunos toques de primera o llegadas desde atrás de Toranzo, también quedaron a contrapierna.
Con Emilio Hernández en cancha, Troglio buscó tener más gente en ofensiva y precisión en los últimos metros. Y lo consiguió. No sólo porque llegó una jugada fortuita y el gol de Salcedo, sino también porque se fue expulsado Zuculini por doble amonestación, obligado a cortar el juego, en parte por la superioridad numérica del Bicho.
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